martes, 24 de diciembre de 2013

Yo quiero.

Quisiera poder caminar de noche por las calles, largar cuadras sin cansarme, y que no haga frío, y poder respirar aire puro, sin el humo de los carros, y sin que haya viento, y sin escuchar ruidos lejanos, ni temer a los ladrones.

Quisiera sentarme a escribir en un parque, un parque que esté cerca a mi casa, que nunca esté cerrado, y poder sentarme en el pasto, y que no esté mojado, y que no llueva ni haya sol, y que el clima sea perfecto

Quisiera no tener miedo, y decir siempre lo que pienso y enfrentarme a todos, sin pensar en lo que dirán de mí, y decirles a la cara lo que siento, y no esconderme nunca.

Quisiera poder correr muy rápido, tan rápido que me olvide de mis propios pensamientos, y no caerme nunca, ni cansarme de tanto correr, y que nadie me siga, y que mis piernas resistan hasta llegar a un lugar diferente, y sólo seguir corriendo, sin sudor y sin penas.

Quisiera darles abrazos a todos, y abrazar cada vez que se me antoje, y no tener miedo de lo que piensen, y expresar lo que siento, y dar todo mi cariño en un abrazo, y recibir lo mismo, y sentirlo.

Quisiera estar siempre contenta, y no recibir ataques de tristeza, y no tener que lidiar con esos pensamientos negativos, y pensar que las cosas saldrán bien de alguna manera.

Quisiera que nadie se muera, y que todos estén siempre conmigo, y estemos felices, y no pasar por esos momentos con los que no puedo lidiar, y nunca extrañar a nadie, y saber que nadie me extraña.

Quisiera viajar por el mundo, y estar siempre cerca de casa, y poder acompañar a todos los que quiero y conocer muchos lugares nuevos, y que todos me acompañen y no sentirme sola.

Quisiera poder darte un beso, un beso que sea largo y que no signifique nada y signifique todo, y no tener que explicar por qué lo estoy dando, y que nunca me preguntes porque lo hice, y que sólo sea mágico para nosotros, que el tiempo se detenga.

Quisiera tenerte a mi lado, y que me quieras de verdad, y que nos queramos de la misma manera, y no tener que buscarte entre sueños y saber que estarás a mi lado, y no tener miedo a perderte ni que temas perderme, y no temer a la distancia ni al tiempo.

Quisiera, quisiera.

jueves, 26 de septiembre de 2013

PEQUEÑOS PLACERES

Existen pequeñas cosas, pequeños detalles, pequeñas acciones de la vida, que nos dan una sensación de "placer". No sé sí a todos les sucede lo mismo, pero por alguna razón, a mí, estas pequeñas cosas me dejan con una sensación de felicidad y plenitud, como sí me sintiera "realizada" al hacerlas, o cómo si nada pudiera detenerme. Es por eso que decidí elaborar una lista de 10 pequeños placeres para tener en cuenta.

1. El primer pequeño placer que mencionaré, uno que disfruto con locura, es el de subirme a un taxi y bajar la ventanilla. Nada es más relajante y placentero para mí que sentir el aire en mi cara. No sé, quizás fui perro en alguna otra vida; pues de verdad no entiendo que gusto por sentir el aire en mi cara. No me interesa que el viento me despeine, en realidad nunca le he dado mucha importancia a mi cabello. Solo sé que para mí, la sensación de libertad al sentir el viento en mi cabello, es única, indescriptible y tan relajante, tan refrescante, que una vez que bajo del taxi, siento como si hubiera descansado, o dormido algunas horas.

2. Segundo, y no menos importante, el placer de caminar con mi propio soundtack. Definitivamente una de las cosas que más alegran mis días es salir de mi casa, colocarme los audífonos con alguna canción "rockera", y sentir que cada nota guía mis pasos mientras camino. En esos momentos me siento una mujer fuerte, decidida, y capaz de hacer cualquier cosa en este mundo. Es como si la canción estuviera hecha para mí, para ese momento de mi propia película personal. Por fin me siento la protagonista, y me encanta.

3. Tercero. Correr, amo correr. Este pequeño placer lo descubrí recientemente, pero creo que es uno de los mejores. Nunca he sido de hacer deportes, la verdad soy bastante perezosa; sin embargo, hace poco decidí empezar a correr. Al principio me sentía muy cansada, y no lograba correr nada, pero con el paso de los días, siento que cada vez lo hago mejor, y sólo en esos momentos, con el viento en mi cara y mi corazón en la boca; sólo en esos momentos siento que todos mis pensamientos se disipan, y sólo pienso en la libertad que me provoca correr. Nada despeja más la mente que correr. 

4. Cuarto: adoro gritar. Gritar es una de las cosas que me hacen sentir más fuera de lugar; sin embargo, de verdad lo disfruto. Gritar en un concierto, gritar en la calle, gritar cuando todo está en silencio. Simplemente siento que es una manera de liberar toda esa energía acumulada, y todo el estrés, es genial.

5. Quinto: Bañarme en la noche con agua caliente. En realidad, bañarme con agua caliente de por sí es relajante, pero por alguna extraña razón, disfruto aún más bañarme a eso de las 11 pm, con agua muy caliente, y demorar bastante tiempo en la ducha, es como si el agua se llevara todos mis problemas, y ya con la mente libre, puedo ir directo a dormir.

6. Sexto. Este pequeño placer es difícil de explicar. En realidad me encanta leer, en cualquier sitio. Pero no sé por qué, en especial disfruto leer mientras camino, y chocarme con la gente que pasa y las puertas y paredes. Es extraño, pero me siento cómo sí mientras voy leyendo, y caminando, voy viviendo dentro de un mundo paralelo, como si me saliera de este mundo y me internara en el mundo que voy leyendo. Me fascina. 

7. Séptimo: Adoro cantar. Sé que no tengo la mejor voz del mundo, es más, es probable que tenga una de las voces más irritantes y agudas que jamás hayan escuchado; pero aún así, apenas escucho una canción, quiero cantarla. No interesa si estoy en mi casa, en un taxi, en clases o incluso sí estoy con hablando con otras personas; el deseo de cantar es inminente y debo hacerlo pase lo que pase. Y más aún sí estoy con personas conocidas, canto a todo pulmón. Cantar me hace feliz.

8. Octavo; Sentarme en el suelo. No importa si estoy con el pantalón limpio, o sucio, o sí el suelo está lleno de polvo. Me encanta sentarme en el suelo, con las piernas cruzadas. Me siento en las veredas de las calles, en la puerta de mi clase, en los parques, en el techo de mi casa, en el suelo de mi cuarto, o en cualquier lugar. Al hacer esto me siento un poco hippie, y quizás por eso lo disfruto tanto; no lo sé, es indescriptible la sensación, pero me gusta. 

9. Noveno pequeño placer: dormir en la tarde; en realidad me encanta dormir en general; pero al mismo tiempo tengo un raro insomnio; cuando me echo a la cama durante la noche no puedo dormir, y generalmente ando despierta en la madrugada. Quizás por eso amo tanto dormir en la tarde, ya que durante toda la mañana me siento increíblemente cansada, llegan las 5 de la tarde, y me encanta recostarme y dormir, unas 2 o 3 horas, para luego seguir despierta durante la madrugada. Es un ciclo un poco invertido, pero me gusta dormir a horas "no apropiadas".

10. Y finalmente, pequeño placer número diez. Amo escribir. Es una de las cosas que más aclaran mi pensamiento. En realidad siempre he escrito para "descargar mis pensamientos", pero últimamente, al hacerlo, encuentro una sensación de libertad; como si una fuerte carga hubiera salido de mi pecho y de mi espalda. Escribir me hace libre, y quizás por eso amo tanto hacerlo.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Pepito y Yo


Mi mamá siempre me ha dicho: "hijita, siempre quieres ser la defensora del indefenso", y bien; creo que tiene algo de razón, es algo que nace en mí, no sé por qué, pero por alguna extraña razón siempre quiero ayudar a los demás, aunque sea con algo pequeñito.

No tengo muy buena memoria que digamos para cosas del pasado, pero esto si lo recuerdo con muchísima claridad. Tenía 4 años, y estaba en el Kindergarden, o jardín de niños, o cómo sea que lo llamen ahora; y allí tenía muchos amiguitos, como cualquiera, y era una niña feliz.

Mi mamá se preocupaba mucho por mí; bueno, eso no es raro porque ya han pasado muchísimos años de eso, y se sigue preocupando igual; pero ese no es el punto. El punto es que mi mamá se preocupaba mucho por mi alimentación y me daba un buen desayuno. Me preparaba mi leche, con chocolate y me ponía un pan con mantequilla en la mesa; a mis pequeños 4 años, eso me llenaba, y era suficiente.

Pero, como cualquier mamá preocupada (y más aún recordando que mi mamá es extra-preocupada), ella se encargaba de prepararme la lonchera más cargada de todo el país. Ok, exagero; pero si, se encargaba de llenar mi lonchera con una manzana o un plátano, una cajita de leche chocolatada y un pan con mermelada o mantequilla.

En el jardín de niños debo haber tenido muchos amiguitos, no lo sé, en serio que esa parte está muy borrosa para mí; pero sí recuerdo que tenía un amiguito en especial; y juro que desearía saber su nombre verdadero, pero no lo recuerdo. Sólo recuerdo que yo le decía "Pepito", y recuerdo que la profesora también le decía pepito, y todos le decían pepito. Hoy me pregunto, ¿Su nombre sería realmente ese? ¿Se llamaría José? ¿Por qué una profesora de jardín llamaría por su apodo, a un niño? En fin, las preguntas son irrelevantes; para mí, mi mejor amigo era Pepito.

Recuerdo claramente a Pepito; Pepito era un niño flaquito, flaquito, morenito y con el pelo muy cortito, ojos grandotes y oscuros y una sonrisa feliz; siempre llevaba su lonchera amarilla de los “Power Rangers” y andaba con las manos en los bolsillos. Tengo esa imagen en mi mente, el niño flaquito con las manos en los bolsillos intentando jugar fútbol. Digo intentando, porque era tan flaquito que parecía que sus piernecitas se iban a romper en el intento; pobre Pepito.

Pepito y yo solíamos sentarnos y hablar mucho, quién sabe de qué. Yo sólo sé que yo de niña era muy, muy habladora; y seguramente yo hablaba y pepito me escuchaba. No importa, sólo recuerdo que solíamos sentarnos en una batiente en el suelo; y yo hablaba y hablaba. De pronto, Pepito me decía "¿trajiste lonchera?" Yo abría mi lonchera y estaba llena de las cosas ricas que me mandaba mi mamá, y luego la imagen se torna borrosa.  No sé qué diablos llevaría Pepito en su lonchera, pero comida no era, porque recuerdo que me decía "tengo hambre, mi lonchera está vacía"

Pobre Pepito, yo miraba sus ojitos abrirse como platos, y decirme que tenía hambre; maldición, no podía resistirme. Siempre terminaba invitándole mi leche chocolatada, y mi pan; si, la mayor parte de mi lonchera se la comía pepito; y no me importaba, yo quería que pepito comiera. Yo me sentía llena y prefería que el coma y yo no comer nada.

Mi mamá veía que mi lonchera llegaba vacía y se ponía tan feliz que siempre se encargaba de llenarla con la leche chocolatada que “tanto me gustaba";  y, obviamente Pepito también lo disfrutaba, yo era la única que terminaba sin comer.

Un día mi mamá fue al colegio, y la profesora le dijo: "señora, su niña es muy buena, siempre le invita a Pepito leche chocolatada con pan; y que buena es usted también, por mandar refrigerio para su niña y además para su amiguito"

A mí mamá la vi roja, verde y azul al enterarse que yo no comía nada; pero al darse cuenta de que yo no iba a desistir en invitarle mi lonchera a Pepito, decidió mandarme doble leche chocolatada, y doble pan.
¿Saben que sucedió? Pepito terminó comiendo doble leche chocolatada y doble pan cada día; y yo, como siempre, termine siendo la "niña, defensora del indefenso”.  

martes, 28 de mayo de 2013

Quizás el problema soy yo.

Definitivamente estás alterando mi vida. 
Te conocí de la manera más inusual que puede haber; a través de internet. Lo curioso es que, yo te necesitaba, necesitaba a "alguien" y el destino te puso ahí, para mí.
Cuando sucedió, cuando llegaste a mi vida, yo sentí que te había enviado un ángel, porque de verdad, justo cuando creí que no encontraría a nadie, apareciste tú; en el momento y lugar adecuado, y sentí que era lo mejor que me había pasado en la vida; sentí que era un regalo; que te traía el destino.

Al principio todo iba bien; hasta que los problemas comenzaron a aparecer.  Al principio decidí tomarlo todo con calma, era difícil, pero yo sabía que podía manejarlo, eran sólo pequeñas situaciones que debíamos "limar"; es decir, estabas ahí, pero no eras un problema, sólo algo que se podía "solucionar", "acomodar", nada fuera de control.

Poco a poco; fui perdiendo los cabales. Tu falsa voz, tu postura pedante, y tu intento por quedar bien con todos hicieron que las cosas se hicieran cada vez más difíciles; decidí alejarme, no podía soportar eso.
La convivencia hizo que nos lleváramos mejor por un tiempo; hubo un momento en que sentí que todo iba viento en popa, es decir; hablábamos bastante, reíamos, y todo iba "relativamente bien."
Fueron momentos de calma, y creía que podría mantenerme a flote, al menos el período que dura todo esto; creí, tuve esperanza.

¿Hoy?, hoy me doy cuenta quién eres realmente, estás ahí, detrás de mí, arruinando todo lo que me rodea; quitándome la energía, apagando cada día mi luz. Ya no puedo comer, no puedo dormir, no puedo respirar; siento que estás ahí, pisándome los talones, haciéndome trastabillar. No puedo alejarme; no puedo hacerte nada.
Tengo miedo, lo confieso, me siento insegura; sinceramente siento que cada intento que hago por hacer algo, se regresa contra mí, y ya estoy perdiendo el control. Y también te tengo miedo; sé que eres capaz de cualquier cosa, y tengo miedo; miedo de verte, miedo de hacerte algo, miedo de ganarme tu ira.

¿La peor parte? La peor parte es que siento que tenemos demasiadas cosas en común, eres como mi antítesis, la versión "malvada" de mí. Muchas de tus actitudes, esas que odio, esas que me irritan; esas las he visto en mí. Y me odio por eso, ¿Estoy bien? ¿Estoy equivocada?; ¿Somos iguales? quizás yo no soy la buena, no; quizás yo soy la mala, y este cuento debería ser contado por ti.

Quizás; quizás, el problema soy yo, probablemente la persona malvada, difícil y pedante soy yo; no puede ser que seas tú culpable y yo la inocente., No, probablemente soy yo, soy la imposible de soportar, la de la voz falsa y fingida, la de los ojos mentirosos, la de la falsa amabilidad, falsa inteligencia; la que intenta dominar a todos con sus ideas. Si, quizás soy yo, y por eso me irritas tanto.

Lo gracioso es que, gracias a ti, estoy viendo mis demonios de nuevo. Esos que ya tenía enterrados en un foso; los veo. Los veo y siento que ya olvidé como enfrentarlos. Dicen que lo que no mata, sólo nos hace más fuertes; pues, si me ha de costar tanto, espero salir más fuerte de esto, y poder decir: ya no tengo miedo, ya no me siento insegura, sé que puedo, sé que puedo contra mi propio enemigo personal. Decir, quizás la culpable no soy yo; quizás el problema no soy yo.


domingo, 28 de abril de 2013

Técnicas para el Stress



1.- Haz tus trabajos a tiempo: Si, al tiempo que te dé la gana; pues, no hay nada más estresante que andar pensando "oh sí, tengo tarea" y pensarlo por semanas, días, horas, hasta que sean las 2 am, y tus ojos mueran de sueño y pienses, "maldición, si no empiezo ahora, nunca lo haré"
Lo peor de esto, es que, a las 4 am habrás terminado; significa que pudiste empezar a las 6pm y terminar en 2 horas, dormir temprano y ser feliz; pero no, esperaste hasta las 2, y ahora no dormirás más que 2 horas durante la noche, y amanecerás cansado. Si, excelente receta para el stress.

2.- Organiza tu horario: Organízalo cómo organizas tu habitación, es decir, un desastre total. Si, no hay nada más estresante que no saber a qué hora debes salir al día siguiente, no saber si tendrás tiempo para almorzar, o sí tendrás que sobrevivir con un sándwich. Nada mejor para el stress que tener la vida hecha un caos.

3.- Levántate bien temprano: sí, levantarse 5 minutos antes de tus clases es un aditivo perfecto para el stress de la mañana. Y es que, no hay como esa sensación de adrenalina, de despertar, coger el celular y darse cuenta que en 5 minutos empieza la clase, cuando tú aún te encuentras en cama, y con los ojos a medio abrir.
Nada más estresante que empezar a recibir llamadas de todos tus compañeros, preguntándose si estás atrasado por el tráfico, cuando en realidad, aún estas poniéndote las medias, y luchando para salir los más decente posible, en los pocos segundos que tardaste en alistarte.

4.- Ten en mente todas las cosas que debes hacer: Tener en la cabeza, dando vueltas todas tus responsabilidades es una de las cosas más estresantes que puede haber, y sí, lo peor de esto es que; sabes que tienes bastantes cosas por hacer, pero no, no empiezas a hacerlas, sino que te dedicas solamente a pensar que son muchas y que no terminarás. Stress garantizado.

5.- Sal a relajarte: puede que relajarse no sea estresante, pero no te preocupes, si mantienes tu mente concentrada en que debes estresarte, ni siquiera esto ayudará. No hay algo más estresante que salir a divertirse pensando en las miles de cosas "útiles" que podrías estar haciendo en ese momento, así que sigue pensando en que no debiste salir, y por más entretenida que la salida esté, el stress llegará a ti.

6:- Duerme a tus horas: Sí, dormir es una de las actividades más saludables y relajantes; pero nada mejor para el stress que meterse a la cama temprano, y no poder dormir por andar pensando que cosas tienes que hacer para el día siguiente.
Y no olvidemos los beneficios de dormir en las combis de servicio público, nada te deja mayor cansancio y dolor de cabeza, que esas siestas, con el cuello doblado y  en lucha con tu cuerpo por tratar de despertar.

Finalmente, la mejor técnica para estresarse es no hacer "aquello" que está causándonos esa ansiedad, es decir, nada más estresante que no terminar nuestras responsabilidades, y aplazarlas hasta el último minuto.


sábado, 30 de marzo de 2013

Mi primer beso



Desde niña, de todas mis amigas, siempre fui la más "anti-amor". No me gustaba la idea de andar saltando en arcoíris. Yo estaba completamente en contra de la idea de enamorarme.
Todo iba muy bien, hasta que, por mi colegio de sólo señoritas, comenzaron a desfilar todas mis amigas con sus historias:
- "Por fin di mi primer beso, y fue maravilloso."
-"Tener novio es superextraarchiultra mejor del mundo increíble y maravilloso, vamos juntos 2 semanas y siento que lo amo."
- "Mi mejor amigo me dijo para ser su novia, y me dio el mejor beso del mundo, oh sí."
Siempre me gustó aconsejar a mis amigas, pero vamos, esto era demasiado. Fue como una epidemia, todas, una a una iban cayendo, todas tenían sus amores, y besos y novios; y yo sólo tenía a mis amigos los libros.

Así transcurrieron un par de años; así que me acostumbré a la idea. Alguna que otra vez me preguntaron de mí, mis “amores” y si había tenido novio. Ok, ¿quieren saber que respondí?
"Sí, claro que sí, fue en el verano, cuando fui a la playa con mis padres.. ta ra ran.."

Lo admito, estuvo mal mentir, pero era agotador tener que dar explicaciones. Yo no quería ser una más del desfile de amigas, que decían amar a Fulanito, y un mes después estaban haciéndole el funeral a una pila de peluches y cartas y cosas cursis.

El punto es que, debo admitir que la curiosidad me carcomía. Yo también quería saber que se sentía dar un beso. Quería que fuera especial, pero también quería saber cómo hacerlo. Ya todas mis amigas sabían. Yo me estaba quedando atrás, era la única que no sabía qué hacer.

A él lo conocí en mi grupo de teatro. Éramos muy amigos, y desde que lo vi, me gustó. Tenía unos ojos grandes y una sonrisa contagiosa. Nunca tuve problemas para hablar con él. Le gustaba leer, igual que a mí, le gustaba hablar y sabía muy bien que decir.

Un día nos quedamos juntos para practicar unas líneas, y al final, nos salieron, tan, pero tan bien, que me abrazó. Me abrazó muy fuerte. Yo sentía que volaba, que estaba suspendida en el aire. De pronto me soltó y me tomó de las manos. Nos quedamos así por unos 30 segundos. Se acercó a mí. Por mi mente pasó "¿Me va a besar?, ¿Este es el momento?"
Bueno, ¿Qué sucedió? Me asusté. Sí, me asusté, nunca había besado a nadie, tenía miedo, así que me quedé helada, y me fui corriendo.

Ese día quedé completamente decepcionada. Mi estúpido miedo no me dejó ser feliz, no me dejó cumplir mi sueño.
Ese fin de semana, había una fiesta. Mi grupo de enamoradizas y chillonas amigas, me obligaron a ir. Mi corazón se sentía destrozado; sin embargo, no podía defraudarlas, así que fui.
De pronto, cuando llegamos, todas ellas desaparecieron, con sus respectivos novios, amigos, amigos pre-novio, y bueno, yo me quedé solita.
Un chico extraño, se acercó, y me sacó a bailar. Debo admitir que bailaba bien, sin embargo, yo no me sentía necesariamente feliz.

A partir de eso, todo pasó muy rápido. Dimos una vuelta, me cogió del brazo, acercó sus labios, y me besó. Por mi mente pasaban miles de ideas: "¿Esto es un beso?", "¿Está bien que me deje besar así?" "¿Debo dejar que su lengua haga eso?".
En ese momento, sólo dije: ok, ya que esto está sucediendo, dejaré todo fluir, y así al menos sabré que se siente “besar”. Así, que sólo dejé que él hiciera todo el trabajo.
Luego de todo esto, solamente me quedé pensando. Y cómo realmente no fue algo, digamos, mágico. No hice nada, le dije que me iba al baño y ahí quedó todo. Punto.

Mi primer beso fue así, simple, sin mucha emoción. Fue simplemente que la curiosidad me ganó y para mí fue sólo un momento así, curiosidad de saber en qué consistía aquello de lo que todos hablaban.

Y, bueno; ¿Mi segundo beso?, ese sí fue con aquél chico del teatro. Ese sí fue mágico, y lo guardo sólo para mí.

domingo, 17 de marzo de 2013

Volver a Clases

Siempre he sido muy exigente conmigo misma. Nunca tuve vacaciones libres, siempre me dedicaba a hacer algo, estudiar, talleres, prácticas, cursos, etc. Por primera vez en estas vacaciones decidí no hacer absolutamente nada. No pensar en nada más que viajar, conocer, pasear, disfrutar cada día como si fuera el último.
No me arrepiento en lo absoluto, de lejos han sido las mejores vacaciones que he tenido en muchísimo tiempo. En 2 meses he vivido lo que el miedo no me había permitido vivir en más de 20 años. He reído, me he emocionado y he descubierto muchas cosas, que no pensé que tenía en mí.

Mi problema ahora, es que empiezan las clases, y con ellas, el miedo a no poder tener la tranquilidad y lucidez de mente, que he aprendido a gozar durante estas vacaciones.
Entra el miedo. Miedo a no tener tiempo. Miedo a ya no poder hacer las cosas que quiero libremente. Saber que estoy sujeta a un horario, a un tiempo, a un semestre, a la universidad. Saber que mi muy amada libertad, ya no es libre; está sujeta a los trabajos de la universidad, a la vida, a las "cosas por hacer,"

Y es que, apenas empiezo la universidad, comienzan a formarse las listas de cosas en mi mente: "Para el lunes tengo exposición, proyecto de investigación para el martes, debo ir al trabajo, no tengo dinero, tengo que estudiar los primeros 5 capítulos antes del viernes, etc. etc. etc."
Por alguna razón comienzan a acumularse pensamientos en mi cabeza, que no deberían. Cuando estaba de vacaciones, veía mi mente como una pecera cristalina, y cada idea nueva, era como un pececito de colores, nadando a través de ella.
Cuando estoy en clases, siento que mi mente es una pecera sucia, y llena de musgo. En ella hay peces de todos los colores, peces feos y sucios, nadando a toda velocidad. Unos nadan rápido, otros lento; todos se mueven a diferente velocidad. Mi mente se siente desorganizada.

¿Cuál es la peor parte? La ansiedad. Ansiedad de querer saber, que pasará. Ese nudo en la parte alta del estómago, es cómo que algo extraño está  sucediendo ahí, se está torciendo ahí dentro, algo quiere salir y no puede; y hace que me duela la mandíbula, que me tiemblen las piernas, que se tense mi cuello. No quiero volver a clases, y punto.
Querer saber si todo saldrá bien, anticiparse al futuro. Y es que para mí, cada semestre es como una carrera, como un desafío. Quisiera poder adivinar que lograré cumplir el reto. Lamentablemente, cada reto, es una incertidumbre, y el no poder saber que va a pasar, me produce ansiedad.

Pero vamos, esta ansiedad tiene que tener una solución, ¿No? ¿Cuál es la solución? DETENCION DEL PENSAMIENTO.
Cierto tiempo fui a ver a una psicóloga, que me dio un ejercicio muy interesante, que sirvió para cambiar mi vida.
Ella me dijo: nuestra mente, en esos momentos de angustia; tu mente comienza a pensar en ciertas cosas, y a imaginar resultados catastróficos, y es eso lo que te produce ansiedad. Lo que debes hacer es: con un chasquido de dedos, detener ese pensamiento, y cambiarlo.

Detener el pensamiento de "no quiero ir a clases, no tendré tiempo para nada" detenerlo, pararlo, no pensar en eso.
Y, ¿luego? luego hay que reemplazarlo por un pensamiento positivo, que vendría a ser "Quiero ir a clases, aprenderé más. Sí, estaré ocupada, tendré miles de cosas en la cabeza; pero la organización, me permitirá hacer todo lo que quiero, y aún así tener  tiempo para disfrutar las buenas cosas de la vida, como leer un buen libro, tomar una taza de café, salir con amigos; y sobretodo, tomarse un tiempo para sonreír y ser feliz."






sábado, 9 de marzo de 2013

Mi Vocación

Desde niña, no recuerdo desde cuándo; pero, desde que tengo uso de razón, cuando alguien me preguntaba que quería ser en la vida siempre decía: "Yo quiero ser doctora". Y durante todos mis años de colegio, cuando me preguntaban que iba a ser de grande, mi respuesta era: "Voy a estudiar medicina."

A los 13 años me metí a un curso de pintura, no necesariamente porque yo quisiera. Siempre pensé que era completamente inútil para dibujar; sin embargo, tuve que entrar a dicho taller, porque los demás talleres estaban llenos y, algo tenía que hacer para que mis vacaciones sean "vacaciones útiles".
En ese taller descubrí que no sólo era buena para pintar; sino que lo disfrutaba, lo disfrutaba mucho.
Empecé a pasar noches enteras pintando, dibujando, investigando sobre nuevas pinturas, y técnicas. Debo decir que no era la mejor, ni la más profesional; pero si era algo que me encantaba hacer.

Cuando estuve en mi último año de colegio, a los 16 años, la cosa se puso más complicada. Yo sabía que me gustaría estudiar medicina, era mi sueño; pero, sabía que era algo difícil y que me iba a costar mucho.
Además,  también me gustaba el arte, la pintura, el dibujo. Era algo que disfrutaba tanto haciendo, que me encantaría ganarme la vida de esa forma. Pensé que podría ser buena arquitecta, o quizás, diseñadora o algo que incluyera pintar. Sin embargo, mi sueño de estudiar medicina también estaba ahí, latente, esperando.

Se puso aún peor cuando en el colegio empezaron con los "test vocacionales." Yo quería estudiar medicina, me gusta ayudar a las personas. También quería arquitectura, o diseño.
 ¿Qué me salía en los test? Derecho, literatura, asistencia social. ¿De verdad creen que esos test ayudan a esclarecer el destino de nuestras jóvenes mentes? ¡NO, sólo ayudan a confundirnos cada vez más!

Después de haberme hecho todos los test posibles, y haberme convertido en la mejor amiga de la psicóloga del colegio, sólo para que me ayudara a decidir; llegó el día que debía presentarme al examen de admisión.

No diré que había estudiado mucho; acababa de salir del colegio y no sabía cómo realmente era el examen; vamos, ni siquiera sabía a qué iba a postular.
Completé el formulario: Nombre, edad, colegio, etc., etc. Cuando vi el casillero que decía "carrera profesional" dije: "¡oh diablos! ¿Qué pongo, qué pongo? Y ahí, en ese momento puse, despacito: medicina humana.

Y cómo era de esperarse, con lo poco que había estudiado, y con lo difícil de la carrera; no ingresé. Sin embargo, mi puntaje era bueno, y la universidad dio la opción de escoger diferentes vacantes para otras carreras a los primeros puestos. Yo, al ver mi fracaso estaba llorando, y como por algo del destino, llovía demasiado. Por tanta lluvia, no podía llegar, y cuando me llamaron para que escogiera una vacante en la carrera que yo quisiera, no llegué. Llegué al lugar 5 minutos después, cuando la vacante para arquitectura ya la habían tomado.

Bien, así me quedé, con un año perdido y con la idea de estudiar medicina, siendo sólo eso, una idea. Llegó el momento de seguir intentando; seguí postulando a medicina; aunque ante el fracaso, la duda me acechaba.

Me di cuenta que me gustaba el dibujo; pero, que no era cómo para estudiar arquitectura, o diseño. Me hubiera gustado estudiar arte, sin embargo, no era lo suficientemente valiente cómo para hacerlo, ni me veía capaz de ser exitosa en esa carrera. Encima de todo, la medicina siempre fue mi primera opción, lo que me gustaba, mi deseo.

Tuve dudas, incluso durante el primer semestre estudiando; hasta que a mis manos llegó la biografía del Dr. Netter.
Resulta que este doctor había seguido la carrera de arte, y posterior a esta, la carrera de medicina. Después de mucho tiempo de desempeñarse como médico, decidió usar sus habilidades para el dibujo y fue así como diseñó el mejor y más usado atlas de anatomía. 

Cuando leí eso, me di cuenta que podía combinar mi amor por la carrera que siempre había soñado, medicina; con mi gusto por el dibujo, y el arte. Fue así que, hasta hoy; disfruto cada uno de los cursos que he llevado y llevo, incluyendo en ellos un poco de mi magia para dibujar y pintar.