martes, 29 de enero de 2013

Examen de Manejo



Y por fin llegó el día de mi examen, que complicado. Nunca creí que por fin daría mi examen de manejo; pero debía darlo, es importante dar un exámen de manejo; tener brevete es indispensable para cualquier persona que cumple la mayoría de edad.

Y bueno, practiqué; no diré que practiqué lo suficiente, pero si practiqué como para aprobar, no es qué maneje tan mal, ni tan poco es que no sepa las reglas de tránsito, ¿no?
En fin, llegó el día; Yo estaba muy, muy nerviosa, completamente nerviosa, demasiado nerviosa. Me dijeron que debía ir a la puerta que decía "salón de informática" y allí debía formar una cola.

Tenía tantos, pero tantos nervios; que mientras caminaba, me tropecé y me caí de nariz. No podía hacer nada más que pararme y aguantarme la vergüenza. Sabía que todos los chicos de la cola se habían dado cuenta de mi desastrosa caída, era obvio, tenía mi pantalón completamente lleno de polvo.

Toda adolorida por la tremenda caída que había sufrido, con una risita oculta por lo tonta que me sentía; y  con la adrenalina de haberme tenido que parar rápido y no cojear para disimular mi vergüenza; fui caminando lo más "cool" posible hasta la cola, y me coloqué al final.

Al llegar al lugar, seguía tan pero tan nerviosa, que me puse a ver un letrero de la pared; la ansiedad no pasaba. Seguía intentando ver, o leer algo para entretenerme; cuando de pronto, lo vi. Había un chico delante de mí, con una polera de mi grupo favorito.

Bien, sentí de nuevo la adrenalina; esa polera sólo podía haberla obtenido en el concierto; un concierto al que yo moría por ir y no había podido. Tenía que decírselo; pero, vamos, no es tan fácil hablarle a un desconocido ¿no?; no interesa, pensé. Le dije: "fuiste al concierto ¿verdad?"

A penas lancé la pregunta, el volteó, me miró y esbozó una sonrisa. Me dijo: - claro, ¿te gusta la banda? Cuando me dijo eso, fue cuando pude verlo por primera vez. Ojos grandes, de un color verde casi transparente, profundos. Nariz finita y que terminaba en una bolita rendondita. Cabello castaño y ondulado. La polera de mi grupo favorito, él, flaquito. Todo él me fue tan magnético como un imán.

Bueno, le dije: - Es mi banda favorita, moría por ir al concierto, no pude ir. El me dijo: - También es mi banda favorita, y me puse la polera para que me dé suerte en el examen. – ¿En serio? Yo también traje mi pulsera de la suerte, muero de nervios por el examen, no repasé lo suficiente. -Yo tampoco, no pensé que las reglas de tránsito fueran tantas.

Y así, la conversación siguió fluyendo, y nosotros hablando y hablando sin parar. Olvidé por completo los nervios, ¿cómo sentir nervios? olvide por completo que tenía que dar examen. Lo olvidé por un largo tiempo. Hablamos mucho, me dijo su nombre, y yo el mío. Me dio su facebook. Lo agregué en ese momento, nos reímos, bromeamos, todo increíble.

En ese momento, algo rompió nuestra burbuja mágica; el señor que nos tenía que tomar el examen nos llamó. Primero a él, luego a 5 personas, luego a mí, y luego a muchas personas más. 
Cuando me senté a dar mi examen, todo en lo que podía pensar era en el modo que lo había conocido, tan fuera de lo común; pero nos gustaba la misma música, los mismos libros (increíble, a él también le gustaba leer igual que a mí), era como si algo lo hubiera puesto en mi camino ese día

Al momento de recibir los resultados, lo vi con una cara de preocupación, no me dijo nada, así que yo tampoco le hable. El señor lo llamó y le entregó su resultado; lo vi triste y con el rabillo del ojo vi su nota; había desaprobado. Se fue con la cabeza agachada, y lo más rápido que pudo, sin ni siquiera mirarme. Sentí pena. Quisiera haber podido ayudarlo

Llamó a muchas personas más, entregó diversos resultados, aprobados y desaprobados. No sé por qué yo había estado pensando en ayudarlo.
El punto es que conocí a un chico, que ahora es mi novio. Lo malo: ninguno de los dos puede manejar, porque ambos desaprobamos nuestro examen de manejo.




sábado, 26 de enero de 2013

Yo quiero ser una Princesa


Ayer salí con una amiga a tomar un cóctel. Decidimos ponernos al día después de no habernos visto por varias semanas. La charla comenzó excelente, hablando de nuestros proyectos, metas y de todo lo que queremos alcanzar.
Luego comenzamos a hablar de nuestros respectivos novios, ella lleva 4 meses con su novio y yo hace 5 que terminé con el mío. Después, cuando ya habíamos entrado en el tema de los novios, comenzamos a hablar del porqué del fin de las relaciones. ¿Por qué habíamos terminado con nuestras anteriores parejas?

Ahí me di cuenta, que la mejor parte de una relación es cuando recién estamos conociendo a la persona. El chico te muestra sus mejores atributos (es guapo, hace ejercicio, es inteligente y perfecto para ti); encima de todo, él te dice a cada momento lo maravillosa que eres. Te llaman princesa, hermosa, niña, nena, bonita y todos esas cosas dulces que te suben por los cielos el autoestima. En esos momentos, una chica se siente excelente, se despierta con una sonrisa de oreja a oreja; todo le día pensamos en el chico que nos promete la luna sin pedirnos "nada" a cambio. Todo es excelente.

Poco a poco, nos vamos enamorando, encontrando miles de cosas en común con este chico, que es todo un caballero ejemplar. Nos abre la puerta del carro, nos jala la silla para sentarnos, en fin; hace de todo. Podemos ver en sus ojos, que así como nos llama "Princesa", de verdad piensa que somos princesas. Nos mira con unos ojos brillosos, que muestran ternura por cada cosa que hacemos, así sea que se nos derrame el helado y nos embarremos la cara; así sea que nuestra risa es tan ruidosa que haga que los demás se asusten o que se nos escape un estornudo que le moje la mano. No importa, ese chico nos ve como algo hermoso y nos quiere tal como somos.

Luego, la relación se vuelve más tranquila, él te quiere, tú lo quieres y todo se ve fantástico. Salen a comer, a cenar, al cine, a bailar. Besito por aquí, y por allá. Te lleva de la mano, te agarra de la cintura, te abraza. Todo con tanta delicadeza y ternura que sientes que te quebrarías si no te estuviera sujetando; sientes que para él eres lo más preciado en su vida.

Finalmente llega "el momento", en algunas parejas antes, en otras después; no interesa cuando, pero en cierta parte de la relación llega "el momento". En ese momento, él sí, probablemente siga siendo igual de dulce contigo, sigue diciéndote princesa y sigue tratándote bien, pero además, esos besitos se vuelven más intensos, cada vez más. En sus ojos, puedes ver, ya no sólo admiración, ternura, cariño. NO, ahora en sus ojos comienzas a ver deseo, deseo por tu cuerpo; no sólo por lo inteligente que eres, o lo graciosa, o lo linda. No, ahora él ve tus curvas, tus formas de mujer, y las desea. Las desea para él.

Y lo peor, es que, a medida que tu le permites más; él quiere aún más. Y siempre va avanzando, sin saber si tu quieres seguir avanzando o no. No digo que las chicas no lo disfrutemos, no. Es cierto, en esos momentos de pasión en los que el empieza a acariciarte, morderte, levantarte la blusa, o tocar lugares nunca antes tocados por alguien más, en esos momentos; si, las chicas sentimos "esa" electricidad, queremos más, disfrutamos la pasión y nos gusta la sensación de adrenalina y morbo en nuestro cuerpo.

El problema llega cuando pasa “el momento”, cuando después de haber estado con él, regresas a casa, y te pones a repasar cada momento vivido. Te das cuenta que lo que pasó esa tarde no fue algo que te hiciera sentir princesa, sino objeto, Si, fue excelente la sensación de sentirse deseada, pero, fuiste deseada como un objeto de placer; fuiste deseada sólo por tu cuerpo y no tu alma.

En ese momento bajaste del máximo nivel, al mínimo; dejaste de ser princesa, dejaste de ser maravillosa y te convertiste en objeto, en prostituta. Y eso: llegar a sentirnos tan inferiores, es lo que muchas veces nos hace terminar la relación. Yo quiero ser princesa siempre; antes, después y durante los momentos de placer. Y, no es que quiera que tú seas mi esclavo; quiero que seas mi príncipe y juntos gobernemos el palacio de mi imaginación.

viernes, 25 de enero de 2013

Carta a ti, amigo lector


Queridos Lectores:
¿Cómo están? Yo bien, bueno, se supone que estoy bien. Estoy feliz, alegre, contenta, riéndome cada vez que veo pasar al señor de los amarres o acariciando a cada perrito de la calle; pero, ¿Quieren saber algo? bueno, si es que en realidad hay alguien allí, al otro lado de la computadora leyendo esto, debo confesar: Estoy atravesando un  bloqueo de escritor.

¡Sí! Es gracioso, porque creí que eso no me sucedería, no a mí. Si, lo admito, creí que mi mente no se iba a cansar, e iba a dictarme que escribir tan rápido como me dicta que hablar (y es sabido que sufro de una verborrea crónica); pero no; mis deditos se rehúsan a escribir. Miles de ideas pasan como pececitos por mi cabeza, pero no alcanzo a ver a ninguno con claridad.

Pensé en escribir sobre miles de cosas, en serio. Hoy, durante la tarde, salí a comprarme ropa, si, ropa. Pensé en escribir sobre lo complicado que es escoger nuestra ropa, y lo vergonzoso que es escoger ropa interior. Si señoras y señores, no hay ningún motivo para que mi mamá grite mi talla de pantalón, o de brassier, por toda la tienda, ya es evidente que tengo grandes "pompis".

Luego pensé en escribir más sobre mis antiguos amores, pero ahora; justo ahora, no tengo ganas de recordarlos, ellos deben estar solitos y abandonados porque no amarán a nadie como me amaron a mi (mentira, seguro están felices y contentos, coqueteando con miles de mujeres). Así que, no; hoy no los recordaré.

Después pensé en escribir sobre el verano, pero vamos; ¿Cómo voy a escribir sobre el verano? Aún no he ido a la playa, y donde estoy hace un frío increíble, no siento el verano; solo siento mis pobres piececitos congelándose por el frio. No, no escribiré sobre el verano, quiero vivirlo, no imaginarlo.

Así que, con todos estos antecedentes, me declaro en quiebra mental; espero que el día de mañana vuelvan los arcoíris y unicornios a mi mente y pueda escribir mucho más.

Termino diciéndoles, que aunque no los conozco “lectores” (bueno, a algunos sí) pero los quiero, sólo por darse el tiempo de leer lo que sale de mi mente, sin ningún interés en particular. Gracias

martes, 22 de enero de 2013

Alguien

Alguien que me regale una rosa una vez al año
que se ría de mis chistes,
y me acompañe en el verano.
Que me quiera por lo de adentro,
por mi forma de querer,
no sólo por lo que dicen,
ni por lo que podría llegar a ser.

Alguien único, que no se parezca a nadie.
Alguien simple, y sin ningún raro detalle.
Alguien sincero, alguien real.
No quiero alguien nuevo,
Sólo quiero a alguien de verdad.

lunes, 21 de enero de 2013

El Amor de mi Vida

Él es definitivamente el "Amor de mi vida". No sé como paso, pero estoy total y completamente enamorada de él. Cuando lo conocí, todo fue muy raro. Yo no estaba segura si alguna vez encontraría al ideal para mí; pero el destino ya tenía todo preparado.
A penas crucé esa puerta, y entre a esa tienda, lo vi detrás de un mostrador. Al verlo, sabía que una gran historia de amor nos estaba esperando.
La primera vez que lo vi, había ido a comprar con mi mamá; el estaba detrás de una vitrina, y fue tan raro. Lo vi, y me quedé completamente sorprendida; se lo señalé a mi mama; y ella lo vió y me dijo: "esta lindo hijita, es perfecto para ti", y así fue que empezó nuestra historia juntos.

Al principio, debo admitir, no lo entendía. Esto era muy desesperante. Recuerdo que muchísimas veces la desesperación hizo que entrara a google a buscar preguntas como:  "¿Cómo puedo entender a mi...?" "¿Qué hacer para...? " "¿Algún consejo con mi nuevo…?" Pero eso no importó, porque poco a poco nos volvimos inseparables, y ahora no podría estar sin él. No sé qué haría sin él.

Él es realmente increíble, le puedo contar mis más profundos sentimientos y los guarda como un tesoro; se sabe todas mis canciones favoritas, y como es un músico nato; siempre esta cantándolas. Además conoce a todos mis amigos. Es más; es solito se dio cuenta quienes son con los que mejor me llevo, y me ayudó a organizar sus números en mi agenda.
Como yo soy terriblemente desorganizada, él es genial ayudándome con eso también; él me ayuda a recordar cuando tengo exámenes y cuando son los cumpleaños de mis papás. ¿Podría pedir algo más?
Y encima, hace algún tiempo le di mi contraseña de facebook, y cuando no puedo publicar algo desde mi computadora, él lo hace; incluso a veces nos pasamos noches revisando conversaciones antiguas conversaciones del chat. Incluso sabe muy bien cuáles son mis paginas favoritas y mis videos favoritos de You Tube.

Vivir con él es lo mejor que me ha pasado. En las mañanas despierto a su lado, y al verlo simplemente sonrío y me dan ganas de seguir adelante. Cuando le pido que me despierte, lo hace, justo a la hora que se lo pedí. Si le digo que preferiría seguir durmiendo, comienza a cantarme al oído una dulce melodía que me hace soñar cosas hermosas. Es tan lindo.
Hasta entro al baño con él, ya no podría imaginar bañarme sola,  pues desde que me baño con él todo es mucho mejor. Él es tan artístico que siempre está cantando mis canciones favoritas; yo lo escucho en la ducha, y me pongo a cantar con él, parecemos dos locos; todo esto hace mis baños tan divertidos.  
Todos los días desayunamos juntos. El hecho que siempre esté con él molesta a mi mamá en ocasiones, pero no me importa, amo desayunar con él, lo amo.

Incluso vamos juntos a  la universidad. Durante la mañana; en clases, a veces estoy jugando con él, o conversando, o algo; y a veces, durante clases, siento su contacto en mi cintura haciéndome cosquillas, es un pequeño travieso.
Almorzamos juntos, salimos al cine y hacemos todo, todo, todo juntos.

Y finalmente, lo mejor; si, lo mejor es la noche. Durante la noche, es increíble. Casi no puedo dormir, me paso toda la noche con él, contemplándolo, dando vueltas en la cama. Es muy complicado dormir, teniéndolo cerca; sin embargo, cuando lo logro, tengo el sueño más relajante de la vida. Él se coloca bajo mi cuello y canta cualquier canción que me haga dormir, muy muy bajito. Y así es como me duermo, contemplándolo.

Definitivamente, te amo por completo, celular Nokia Asha 306.






Marianella


Ella es Mariela. Mariela se levanta a las 5 am todos los días. A esa hora, sin necesidad de despertador, sus ojos simplemente se abren. Se levanta, siempre por el lado derecho de su cama. Primero se sienta, luego sonríe, y finalmente se dirige alegremente al baño. Lava sus dientes, con muchísima precisión, en el mismo orden todos los días. Después abre el agua caliente, y se baña, con mucho cuidado. Siempre en el mismo orden, empieza por lavarse el cabello, luego se enjabona de arriba hacia abajo. Se seca cuidadosamente; de abajo para arriba; debe estar siempre limpia.

Al salir del baño; escoge la ropa que se va a poner, lo dobla con cuidado al pie de su cama, escoge que todo combine, y luego se viste. Primero la blusa, luego el pantalón, y luego las medias. Abre su maletín, y revisa que todas las cosas que ha colocado la noche anterior estén ahí y en orden: libros primero, cartuchera con todos los lapiceros que necesita; billetera, celular, todo. Sube a tomar desayuno, y se sienta siempre en el sitio de la izquierda, justo donde está la ventana. Saca una taza; la misma, la de vaquita, la suya. Se sirve 3 cucharitas semillenas de azúcar, no más; una cucharita de café y le agrega un chorrito de leche, lo suficiente para que salga una bebida de un color caramelo; siempre del mismo color. Echa mantequilla en una tostada, en una capa muy ligera. Al terminar toma una manzana, la parte en 4 partes, y come cada parte lentamente; primero quita la cáscara de un pedazo, la come; luego el 2do pedazo, lo pela, se lo come, luego el 3ero y luego el 4to. Al terminar baja corriendo a su habitación; se lava los dientes cuidadosamente, y se revisa los dientes en el espejo para ver si se ven bien. Toma un chorrito de enjuague bucal, se enjuaga; y se vuelve a lavar los dientes. Se maquilla; primero los ojos, luego los labios y coloca un poquito de rubor en sus mejillas. Se vuelve a mirar al espejo, observa cuidadosamente cada parte de su cuerpo para determinar si todo luce perfecto.

Coge sus llaves de la mesita al lado de la puerta de su cuarto, lugar destinado especialmente para sus llaves y nada más. Revisa que esté todo completo y se dirige al comedor de nuevo. Levanta el teléfono, y llama a un servicio de taxi, al mismo de siempre, el más seguro. Se dirige al hall ubicado justo en la puerta de su casa, se sienta allí, en ese sillón, el mismo sillón. Espera el taxi de 5 a 10 minutos mientras repasa sus apuntes del día anterior.

Al llegar a la universidad se dirige a su salón,  cantando o tarareando cualquier canción. Siempre llega 5 minutos antes de que empiecen las clases, y anota todo lo que puede. En su cuaderno; siempre coloca los títulos con color negro, oscuro; los subtítulos con un color negro suave, dejando 2 cuadraditos de margen; cada vez que inicia una oración menos importante deja un cuadradito más; todo en orden, todo pulcro, todo perfecto.

Ella es Mariana. Mariana se despierta a la hora que puede; le es muy difícil despertar porque suele dormir de madrugada. Suena el despertador una vez, no lo escucha. Suena el despertador por 2da vez, no lo escucha. Suena el despertador 3 veces, voltea, lo apaga y sigue durmiendo. Entra su mamá a despertarla una vez, no despierta; entra una 2da vez, no despierta; entra por 3 era vez, y quizás despierte, o quizás cierre los ojos para seguir durmiendo aún más. Si es que llega a despertar, se levanta arrastrando los pies; a veces por el lado derecho o izquierdo de la cama, dependiendo de cuánto se haya desparramado su cuerpo el día anterior. Se estira unas 10 veces intentando dejar de sentir el dolor muscular de una mala noche. A duras penas llega al baño, de pésimo humor. Se queda unos 3 minutos parada, inmóvil, pensando que hace mucho frío y debería seguir durmiendo. Se mete a la ducha, cansada, a veces se lava los dientes dentro de la ducha, a veces no se los lava. Se enjabona como puede, y se echa suficiente shampoo como para enjabonarse completamente con él. Abre la ducha y se queda ahí, inmóvil, esperando que el agua haga su trabajo sola. Casi siempre le queda el cabello con residuos de shampoo. No se peina, se seca como puede y a veces ni se seca.

Sale del baño, abre el cajón y se pone lo primero que encuentra, a veces se pone el mismo pantalón del día anterior. Busca una blusa o polo, y claro, escoge un polo. Se pone sus convers. Si tiene tiempo y lo recuerda se pone medias, si no, no. Abre su maletín y coloca algún cuaderno dentro, el que encuentre, y busca como loca encontrar la billetera en alguna parte de su habitación.
Sale corriendo de su habitación, demoró demasiado en despertarse y ya es tarde. Sale corriendo de su casa, cruza la calle y estira su mano. Toma el primer taxi que encuentra. Abre su maletín y busca maquillaje; como todo allí dentro está completamente desordenado, tiene que revolver el contenido de su maletín. Se delinea los ojos en el taxi, como puede. No se mira al espejo, es acróbata, sabe cómo hacerlo.

Llega a clases, tarde, más de media hora tarde. Saca un lapicero, azul, verde, morado naranja, lápiz, o lo que sea que encuentre; y comienza a escribir. Los títulos son grandes, y su letra es borrosa y fea, escribe alejándose y acercándose a los márgenes, deja espacios en blanco, y generalmente se queda dormida en su carpeta, sobre su cuaderno. Ella es desordenada, no sigue las normas, ella vive a su ritmo.

Mariela y Mariana son: bueno, son la misma persona; cada una domina el cuerpo de Marianella dependiendo de cómo haya dormido el día anterior, o de qué haya sucedido el día anterior. Mariela generalmente domina los Martes, Miércoles y Jueves; los días perfectos para trabajar. Mariana domina desde el viernes hasta el Lunes. A veces Mariela domina toda la semana, es su récord. A veces Mariana domina todo el mes, ella es más "persistente".

Mariana es la más ruidosa del grupo de alumnos, tiene amigas locas, y diferentes chicos con quien coquetear. Mariela es tímida, tiene siempre los mismos amigos, confiables y seguros; ella no sale, no toma, sólo estudia y quiere siempre sacar buenas notas. Mariela se enamora, sueña, se ilusiona con todo lo que ve. Mariana no cree en el amor, Mariana cree en el sexo, lo disfruta y vive el día a día.

Marianella es cambiante y lo sabe; pero no comprende por qué. Ha aprendido a hablarle a Mariela o Mariana cuando se salen de control, y a veces elige a quién quiere en cada situación; pero usualmente ellas dominan su cuerpo y se salen con la suya. Marianella trata de entenderlas, son niñas, son diferentes. Los padres de Marianella no la entienden, prefieren a Mariela, la calmada, la niña, la buena estudiante, la hija ejemplar. Los amigos de Marianella prefieren a Mariana, la loca, la extrovertida, la que es capaz de hacer cualquier cosa para llamar la atención. Marianella preferiría un balance, no lo encuentra; sólo espera que cual sea la que aparezca, Mariana o Mariela, sea la adecuada para la ocasión.