miércoles, 14 de agosto de 2013

Pepito y Yo


Mi mamá siempre me ha dicho: "hijita, siempre quieres ser la defensora del indefenso", y bien; creo que tiene algo de razón, es algo que nace en mí, no sé por qué, pero por alguna extraña razón siempre quiero ayudar a los demás, aunque sea con algo pequeñito.

No tengo muy buena memoria que digamos para cosas del pasado, pero esto si lo recuerdo con muchísima claridad. Tenía 4 años, y estaba en el Kindergarden, o jardín de niños, o cómo sea que lo llamen ahora; y allí tenía muchos amiguitos, como cualquiera, y era una niña feliz.

Mi mamá se preocupaba mucho por mí; bueno, eso no es raro porque ya han pasado muchísimos años de eso, y se sigue preocupando igual; pero ese no es el punto. El punto es que mi mamá se preocupaba mucho por mi alimentación y me daba un buen desayuno. Me preparaba mi leche, con chocolate y me ponía un pan con mantequilla en la mesa; a mis pequeños 4 años, eso me llenaba, y era suficiente.

Pero, como cualquier mamá preocupada (y más aún recordando que mi mamá es extra-preocupada), ella se encargaba de prepararme la lonchera más cargada de todo el país. Ok, exagero; pero si, se encargaba de llenar mi lonchera con una manzana o un plátano, una cajita de leche chocolatada y un pan con mermelada o mantequilla.

En el jardín de niños debo haber tenido muchos amiguitos, no lo sé, en serio que esa parte está muy borrosa para mí; pero sí recuerdo que tenía un amiguito en especial; y juro que desearía saber su nombre verdadero, pero no lo recuerdo. Sólo recuerdo que yo le decía "Pepito", y recuerdo que la profesora también le decía pepito, y todos le decían pepito. Hoy me pregunto, ¿Su nombre sería realmente ese? ¿Se llamaría José? ¿Por qué una profesora de jardín llamaría por su apodo, a un niño? En fin, las preguntas son irrelevantes; para mí, mi mejor amigo era Pepito.

Recuerdo claramente a Pepito; Pepito era un niño flaquito, flaquito, morenito y con el pelo muy cortito, ojos grandotes y oscuros y una sonrisa feliz; siempre llevaba su lonchera amarilla de los “Power Rangers” y andaba con las manos en los bolsillos. Tengo esa imagen en mi mente, el niño flaquito con las manos en los bolsillos intentando jugar fútbol. Digo intentando, porque era tan flaquito que parecía que sus piernecitas se iban a romper en el intento; pobre Pepito.

Pepito y yo solíamos sentarnos y hablar mucho, quién sabe de qué. Yo sólo sé que yo de niña era muy, muy habladora; y seguramente yo hablaba y pepito me escuchaba. No importa, sólo recuerdo que solíamos sentarnos en una batiente en el suelo; y yo hablaba y hablaba. De pronto, Pepito me decía "¿trajiste lonchera?" Yo abría mi lonchera y estaba llena de las cosas ricas que me mandaba mi mamá, y luego la imagen se torna borrosa.  No sé qué diablos llevaría Pepito en su lonchera, pero comida no era, porque recuerdo que me decía "tengo hambre, mi lonchera está vacía"

Pobre Pepito, yo miraba sus ojitos abrirse como platos, y decirme que tenía hambre; maldición, no podía resistirme. Siempre terminaba invitándole mi leche chocolatada, y mi pan; si, la mayor parte de mi lonchera se la comía pepito; y no me importaba, yo quería que pepito comiera. Yo me sentía llena y prefería que el coma y yo no comer nada.

Mi mamá veía que mi lonchera llegaba vacía y se ponía tan feliz que siempre se encargaba de llenarla con la leche chocolatada que “tanto me gustaba";  y, obviamente Pepito también lo disfrutaba, yo era la única que terminaba sin comer.

Un día mi mamá fue al colegio, y la profesora le dijo: "señora, su niña es muy buena, siempre le invita a Pepito leche chocolatada con pan; y que buena es usted también, por mandar refrigerio para su niña y además para su amiguito"

A mí mamá la vi roja, verde y azul al enterarse que yo no comía nada; pero al darse cuenta de que yo no iba a desistir en invitarle mi lonchera a Pepito, decidió mandarme doble leche chocolatada, y doble pan.
¿Saben que sucedió? Pepito terminó comiendo doble leche chocolatada y doble pan cada día; y yo, como siempre, termine siendo la "niña, defensora del indefenso”.