martes, 9 de diciembre de 2014

La Depresión

Hoy siento un inevitable deseo de analizar “La Depresión."

Yo nunca creí que existiera una enfermedad tal como “depresión”; siempre repetía lo que mis padres decían "es sólo algo para lo que los ricos y los flojos tienen tiempo"; sin embargo, hoy, los años me han demostrado que sí, efectivamente existe, y no sólo existe, sino que es capaz de consumirte, de arrastrarte al hoyo, y dejarte ahí, por largo, largo tiempo.

Y ¿cómo se siente?; he leído sobre ella, he visto películas, y hasta existen caricaturas, y videos en YouTube; pero la verdad es que, en mi opinión, es diferente en cada uno de nosotros.

En mí, no sé cuando apareció. Cuando me dijeron que padecía de "Depresión Crónica", no lo entendí. Es más, aún no sé si dicho "Diagnóstico" fue correcto o no.

Sólo recuerdo haber pensado - "¿Tengo depresión Crónica?, ¿De verdad la tengo? - y en ese momento, llena de incredulidad, se me vino a la mente: -No puede ser, debo recordar un momento feliz, ¿Cúal fue mi último momento feliz?.
Lo peor fue que en ese instante, ninguna respuesta se me venía a la cabeza. No recordaba haber sido feliz en ningún momento, ni en la niñez, ni en la adolescencia; no recordaba haber sido realmente feliz.
Fue entonces cuando supe que efectivamente podía estar padeciendo de Depresión.

Inmediatamente comencé a decirme a mí misma "Esto es estúpido, si tan triste estás, sacúdete y listo"; pero ese es el otro problema con la depresión, No se puede sólo "Sacudir", "Sacar de la cabeza" "Salir de ese estado".
Y los amigos y familiares tampoco lo entienden, comienzan a preguntar -"Y ¿de qué estás triste?" -"Goza la vida" -"No tiene sentido que andes así, si lo tienes todo"

Ok, entiendo que tengo todo en la vida, que no necesito nada, que no debería ser "Infeliz"; pero maldición, así se siente, ¿Qué quieren que haga?

Y creo que ese es el punto de quiebre,  cuando por fin podemos admitir, "Me siento así, y no puedo lidiar con esto solo, necesito ayuda". Ese es el punto, y creo también que varía mucho con cada persona. Algunas personas encuentran su punto en algún momento solitario en casa, otros lo encuentran llorando luego de una fiesta, o en algún bar.
¿Cuál es el peor momento para un punto de quiebre?; dejar que aparezca muy tarde, dejar que aparezca al tomar un sin número de pastillas con malas intenciones, o al encontrarte en la orilla del puente. ES LO QUE DEBEMOS EVITAR

Y bien, finalmente, el tratamiento es lo más duro, la parte más difícil de todo esto. No es como un resfriado que al terminar el tratamiento todo está bien.
Primero, hay que empezar por buscar ayuda, y luego, seguir las indicaciones al pie de la letra. No sólo debe cambiar el estado de ánimo, si no, también el modo de pensar, Es necesario saber que, no es saludable sentirse así, y que no se debe dejar que avance.

Yo siempre imagino a la depresión como una sombra, una sombra oscura. Esta te abraza y te sujeta, no te deja salir, e insiste en meterte en su hoyo, un profundo hoyo lleno de preguntas como "¿Qué hago en este mundo?", "¿Para qué sirvo?", "¿No sería mejor no estar aquí?". 

Y la única manera de vencer a esta horrible sombra, es responder sus horrorosas preguntas, responderlas aunque sea sin convicción al principio. "Estoy aquí para hacer algo útil" "Muchos me quieren", "Tengo cosas buenas y valiosas"


Quizás muchos se sientan incrédulos, o farsantes, o raros, de decir "Tengo depresión", "Siento esto"; pero no interesa. No importa si lo llamamos Depresión, Tristeza, si no le
ponemos un nombre o si no creemos que realmente sea una enfermedad. Lo único importante es: NO DEJARSE ARRASTRAR. No dejarse llevar al hoyo, ni dejarse llenar la cabeza de todas esas preguntas.





martes, 3 de junio de 2014

La música de un Piano

Debe existir algo de magia en la música, algo de increíble, algo
de sobrenatural.
Existen miles de libros, miles de
historia, toneladas de películas y montones de descubrimientos científicos,
pero ninguno de ellos jamás podrá hacer vibrar los corazones como una buena
canción.

Hay muchos géneros musicales, algunos
prostituidos pobremente por el vulgo; sin embargo existen otros que estarán ahí
por siempre, que son capaces de hacernos sentir cosas con sólo escuchar unas
notas, que son capaces de llegarnos a lo más hondo y arrancarnos una lágrima.

He escuchado muchísimas canciones desde
los 6 años, y todas ellas, cada una llevan diferente alma, traen consigo
diferente sentimiento, y son capaces de arrastrarme a hacer cosas que nunca
haría.

No hay nada comparado con pintar
escuchando una suave melodía, o con caminar por la calle con una canción fuerte
que te haga más valiente, o dormir con una dulce música.
Pero, existen además, un tipo de melodías que no sólo llenan las
categorías anteriores, sino que logran llevarme a lugares profundos en mi ser,
que hacen que me encuentre con sentimientos nuevos, que permiten que vea cosas
en mi misma que no había visto antes. Es algo indescriptible.

Descubrí este sentimiento a los 12 años aproximadamente,
cuando un profesor de piano llegó al colegio.  Había escuchado tocar piano
mil veces a Richard Clayderman, el pianista favorito de mi mamá, pero escuchar
un cassette antiguo no se compara con ver en vivo a alguien tocar un piano.
La maestría con la que dicho profesor tocaba, era increíble,
exquisita. Movía sus dedos de manera rítmica y hermosa, sentía que las cosas habían
tomado un nuevo color.  Sentía que cada
vez que tocaba una nota, una parte diferente de mi pecho se encendía, cómo que
sentía el ritmo de las notas en mi garganta, y sólo quería quedarme ahí,
sintiendo eso por siempre.

A partir de entonces me dediqué a buscar
canciones que me hicieran sentir eso de nuevo, asistí a muchos conciertos, a
ver a la sinfónica de mi ciudad; pero a pesar de amar la música, no volvía a
experimentar ese sentimiento.

Y no volvió a pasar hasta aquel día, a los
15 años, cuando llegó una alumna de intercambio a mi colegio, y en una
actuación, empezó a tocar el violín.
La melodía era hermosa, tenía tanta
tristeza en ella, pero a la vez tanta magia, juro que me enamoré del sonido de
ese violín en ese instante, en ese instante y para siempre.



Y quedó ahí, no había sentido eso hasta
hoy, hoy que oí la melodía más maravillosa que había escuchado en estos últimos
años, una melodía hermosa que me hizo querer escribir, que me hizo vibrar, que
me hizo querer tocar el piano, que me hizo querer llorar.







domingo, 6 de abril de 2014

22 Años

Cuando era niña, como de unos 6 a 7 años, juraba que a los 18 ya sería una mujer exitosa, ganando mi propio dinero, y viviendo sola, o estudiando con mi propio dinero. Solía decirme a mí misma "Señorita, usted teniendo tan pocos años, y siendo tan joven, ya ha logrado tanto, ¿Cómo lo hizo?" Imaginando que los periodistas me preguntaban o que alguien editaba mi biografía para ser publicada.

Hoy tengo 22 años, y la verdad es que las cosas son mucho más difíciles de lo que se imaginaría. Aún vivo con mi familia, pues estudio una carrera que sería impagable aunque tuviera 2 trabajos; y sé que el tiempo no me alcanzaría. Estudiar Medicina es una de las cosas más agotadoras que hay, sin considerar que además es necesario estudiar otros idiomas, e informática, y en fin; no es nada fácil.

Encima de todo, hoy, en lugar de querer ser famosa y exitosa, quisiera que el tiempo se detuviese. Estar ya en 5to año me asusta horriblemente. Significa que ya me voy a graduar pronto, que voy a tener que ser profesional y enfrentarme a la vida; que voy a tener que hacer la tesis. Y finalmente, que voy a tener que enfrentarme yo solita a a búsqueda de trabajo, a la especializació, a la maestría, y a todo lo que se venga.

Hoy, que cumplo 22 años, me siento lo más lejos de dichas frases "Mujer exitosa". Primero, porque no me siento nada exitosa, por todos los motivos mencionados antes; y segundo, porque tampoco me siento mujer. Me siento niña aún, muchas veces temerosa de las cosas que puedan suceder, de las cosas que dije o dire, y de las personas que me puedan dañar.

Han pasado los años y sólo me han hecho más pausada, menos dramática y más reflexiva. Sin embargo, las cosas siguen pasando como trenes a toda velocidad, que a veces no es posible darse cuenta todo lo que ha ido sucediendo en el tiempo.

Pero, no todo es negativo. Al menos si he sentido que todos estos años me han dado más seguridad, ya no soy más la niña miedosa que no puede hablar con los otros niños. Ya no soy la niña gordita que se siente la más fea de todo el mundo. Ya no soy más la niña que tiene miedo al resbalón.

Así, que a pesar de todas las cosas que aún me faltan por vivir, y de todas las cosas "malas" que me pueden haber pasado: ¡Feliz cumpleaños a mí!