Desde niña, de todas mis amigas, siempre fui la más "anti-amor". No
me gustaba la idea de andar saltando en arcoíris. Yo estaba completamente en
contra de la idea de enamorarme.
Todo iba muy bien, hasta que, por mi colegio de sólo señoritas, comenzaron a
desfilar todas mis amigas con sus historias:
- "Por fin di mi primer beso, y fue maravilloso."
-"Tener novio es superextraarchiultra mejor del mundo increíble y
maravilloso, vamos juntos 2 semanas y siento que lo amo."
- "Mi mejor amigo me dijo para ser su novia, y me dio el mejor beso del
mundo, oh sí."
Siempre me gustó aconsejar a mis amigas, pero vamos, esto era demasiado. Fue
como una epidemia, todas, una a una iban cayendo, todas tenían sus amores, y
besos y novios; y yo sólo tenía a mis amigos los libros.
Así transcurrieron un par de años; así que me acostumbré a la idea. Alguna
que otra vez me preguntaron de mí, mis “amores” y si había tenido novio. Ok,
¿quieren saber que respondí?
"Sí, claro que sí, fue en el verano, cuando fui a la playa con mis
padres.. ta ra ran.."
Lo admito, estuvo mal mentir, pero era agotador tener que dar explicaciones.
Yo no quería ser una más del desfile de amigas, que decían amar a Fulanito, y
un mes después estaban haciéndole el funeral a una pila de peluches y cartas y
cosas cursis.
El punto es que, debo admitir que la curiosidad me carcomía. Yo también
quería saber que se sentía dar un beso. Quería que fuera especial, pero también
quería saber cómo hacerlo. Ya todas mis amigas sabían. Yo me estaba quedando
atrás, era la única que no sabía qué hacer.
A él lo conocí en mi grupo de teatro. Éramos muy amigos, y desde que lo vi,
me gustó. Tenía unos ojos grandes y una sonrisa contagiosa. Nunca tuve
problemas para hablar con él. Le gustaba leer, igual que a mí, le gustaba
hablar y sabía muy bien que decir.
Un día nos quedamos juntos para practicar unas líneas, y al final, nos
salieron, tan, pero tan bien, que me abrazó. Me abrazó muy fuerte. Yo sentía
que volaba, que estaba suspendida en el aire. De pronto me soltó y me tomó de
las manos. Nos quedamos así por unos 30 segundos. Se acercó a mí. Por mi mente
pasó "¿Me va a besar?, ¿Este es el momento?"
Bueno, ¿Qué sucedió? Me asusté. Sí, me asusté, nunca había besado a nadie,
tenía miedo, así que me quedé helada, y me fui corriendo.
Ese día quedé completamente decepcionada. Mi estúpido miedo no me dejó ser
feliz, no me dejó cumplir mi sueño.
Ese fin de semana, había una fiesta. Mi grupo de enamoradizas y chillonas
amigas, me obligaron a ir. Mi corazón se sentía destrozado; sin embargo, no
podía defraudarlas, así que fui.
De pronto, cuando llegamos, todas ellas desaparecieron, con sus respectivos
novios, amigos, amigos pre-novio, y bueno, yo me quedé solita.
Un chico extraño, se acercó, y me sacó a bailar. Debo admitir que bailaba
bien, sin embargo, yo no me sentía necesariamente feliz.
A partir de eso, todo pasó muy rápido. Dimos una vuelta, me cogió del brazo,
acercó sus labios, y me besó. Por mi mente pasaban miles de ideas: "¿Esto
es un beso?", "¿Está bien que me deje besar así?" "¿Debo
dejar que su lengua haga eso?".
En ese momento, sólo dije: ok, ya que esto está sucediendo, dejaré todo
fluir, y así al menos sabré que se siente “besar”. Así, que sólo dejé que él
hiciera todo el trabajo.
Luego de todo esto, solamente me quedé pensando. Y cómo realmente no fue
algo, digamos, mágico. No hice nada, le dije que me iba al baño y ahí quedó
todo. Punto.
Mi primer beso fue así, simple, sin mucha emoción. Fue simplemente que la
curiosidad me ganó y para mí fue sólo un momento así, curiosidad de saber en qué
consistía aquello de lo que todos hablaban.
Y, bueno; ¿Mi segundo beso?, ese sí fue con aquél chico del teatro. Ese sí
fue mágico, y lo guardo sólo para mí.