sábado, 30 de marzo de 2013

Mi primer beso



Desde niña, de todas mis amigas, siempre fui la más "anti-amor". No me gustaba la idea de andar saltando en arcoíris. Yo estaba completamente en contra de la idea de enamorarme.
Todo iba muy bien, hasta que, por mi colegio de sólo señoritas, comenzaron a desfilar todas mis amigas con sus historias:
- "Por fin di mi primer beso, y fue maravilloso."
-"Tener novio es superextraarchiultra mejor del mundo increíble y maravilloso, vamos juntos 2 semanas y siento que lo amo."
- "Mi mejor amigo me dijo para ser su novia, y me dio el mejor beso del mundo, oh sí."
Siempre me gustó aconsejar a mis amigas, pero vamos, esto era demasiado. Fue como una epidemia, todas, una a una iban cayendo, todas tenían sus amores, y besos y novios; y yo sólo tenía a mis amigos los libros.

Así transcurrieron un par de años; así que me acostumbré a la idea. Alguna que otra vez me preguntaron de mí, mis “amores” y si había tenido novio. Ok, ¿quieren saber que respondí?
"Sí, claro que sí, fue en el verano, cuando fui a la playa con mis padres.. ta ra ran.."

Lo admito, estuvo mal mentir, pero era agotador tener que dar explicaciones. Yo no quería ser una más del desfile de amigas, que decían amar a Fulanito, y un mes después estaban haciéndole el funeral a una pila de peluches y cartas y cosas cursis.

El punto es que, debo admitir que la curiosidad me carcomía. Yo también quería saber que se sentía dar un beso. Quería que fuera especial, pero también quería saber cómo hacerlo. Ya todas mis amigas sabían. Yo me estaba quedando atrás, era la única que no sabía qué hacer.

A él lo conocí en mi grupo de teatro. Éramos muy amigos, y desde que lo vi, me gustó. Tenía unos ojos grandes y una sonrisa contagiosa. Nunca tuve problemas para hablar con él. Le gustaba leer, igual que a mí, le gustaba hablar y sabía muy bien que decir.

Un día nos quedamos juntos para practicar unas líneas, y al final, nos salieron, tan, pero tan bien, que me abrazó. Me abrazó muy fuerte. Yo sentía que volaba, que estaba suspendida en el aire. De pronto me soltó y me tomó de las manos. Nos quedamos así por unos 30 segundos. Se acercó a mí. Por mi mente pasó "¿Me va a besar?, ¿Este es el momento?"
Bueno, ¿Qué sucedió? Me asusté. Sí, me asusté, nunca había besado a nadie, tenía miedo, así que me quedé helada, y me fui corriendo.

Ese día quedé completamente decepcionada. Mi estúpido miedo no me dejó ser feliz, no me dejó cumplir mi sueño.
Ese fin de semana, había una fiesta. Mi grupo de enamoradizas y chillonas amigas, me obligaron a ir. Mi corazón se sentía destrozado; sin embargo, no podía defraudarlas, así que fui.
De pronto, cuando llegamos, todas ellas desaparecieron, con sus respectivos novios, amigos, amigos pre-novio, y bueno, yo me quedé solita.
Un chico extraño, se acercó, y me sacó a bailar. Debo admitir que bailaba bien, sin embargo, yo no me sentía necesariamente feliz.

A partir de eso, todo pasó muy rápido. Dimos una vuelta, me cogió del brazo, acercó sus labios, y me besó. Por mi mente pasaban miles de ideas: "¿Esto es un beso?", "¿Está bien que me deje besar así?" "¿Debo dejar que su lengua haga eso?".
En ese momento, sólo dije: ok, ya que esto está sucediendo, dejaré todo fluir, y así al menos sabré que se siente “besar”. Así, que sólo dejé que él hiciera todo el trabajo.
Luego de todo esto, solamente me quedé pensando. Y cómo realmente no fue algo, digamos, mágico. No hice nada, le dije que me iba al baño y ahí quedó todo. Punto.

Mi primer beso fue así, simple, sin mucha emoción. Fue simplemente que la curiosidad me ganó y para mí fue sólo un momento así, curiosidad de saber en qué consistía aquello de lo que todos hablaban.

Y, bueno; ¿Mi segundo beso?, ese sí fue con aquél chico del teatro. Ese sí fue mágico, y lo guardo sólo para mí.

domingo, 17 de marzo de 2013

Volver a Clases

Siempre he sido muy exigente conmigo misma. Nunca tuve vacaciones libres, siempre me dedicaba a hacer algo, estudiar, talleres, prácticas, cursos, etc. Por primera vez en estas vacaciones decidí no hacer absolutamente nada. No pensar en nada más que viajar, conocer, pasear, disfrutar cada día como si fuera el último.
No me arrepiento en lo absoluto, de lejos han sido las mejores vacaciones que he tenido en muchísimo tiempo. En 2 meses he vivido lo que el miedo no me había permitido vivir en más de 20 años. He reído, me he emocionado y he descubierto muchas cosas, que no pensé que tenía en mí.

Mi problema ahora, es que empiezan las clases, y con ellas, el miedo a no poder tener la tranquilidad y lucidez de mente, que he aprendido a gozar durante estas vacaciones.
Entra el miedo. Miedo a no tener tiempo. Miedo a ya no poder hacer las cosas que quiero libremente. Saber que estoy sujeta a un horario, a un tiempo, a un semestre, a la universidad. Saber que mi muy amada libertad, ya no es libre; está sujeta a los trabajos de la universidad, a la vida, a las "cosas por hacer,"

Y es que, apenas empiezo la universidad, comienzan a formarse las listas de cosas en mi mente: "Para el lunes tengo exposición, proyecto de investigación para el martes, debo ir al trabajo, no tengo dinero, tengo que estudiar los primeros 5 capítulos antes del viernes, etc. etc. etc."
Por alguna razón comienzan a acumularse pensamientos en mi cabeza, que no deberían. Cuando estaba de vacaciones, veía mi mente como una pecera cristalina, y cada idea nueva, era como un pececito de colores, nadando a través de ella.
Cuando estoy en clases, siento que mi mente es una pecera sucia, y llena de musgo. En ella hay peces de todos los colores, peces feos y sucios, nadando a toda velocidad. Unos nadan rápido, otros lento; todos se mueven a diferente velocidad. Mi mente se siente desorganizada.

¿Cuál es la peor parte? La ansiedad. Ansiedad de querer saber, que pasará. Ese nudo en la parte alta del estómago, es cómo que algo extraño está  sucediendo ahí, se está torciendo ahí dentro, algo quiere salir y no puede; y hace que me duela la mandíbula, que me tiemblen las piernas, que se tense mi cuello. No quiero volver a clases, y punto.
Querer saber si todo saldrá bien, anticiparse al futuro. Y es que para mí, cada semestre es como una carrera, como un desafío. Quisiera poder adivinar que lograré cumplir el reto. Lamentablemente, cada reto, es una incertidumbre, y el no poder saber que va a pasar, me produce ansiedad.

Pero vamos, esta ansiedad tiene que tener una solución, ¿No? ¿Cuál es la solución? DETENCION DEL PENSAMIENTO.
Cierto tiempo fui a ver a una psicóloga, que me dio un ejercicio muy interesante, que sirvió para cambiar mi vida.
Ella me dijo: nuestra mente, en esos momentos de angustia; tu mente comienza a pensar en ciertas cosas, y a imaginar resultados catastróficos, y es eso lo que te produce ansiedad. Lo que debes hacer es: con un chasquido de dedos, detener ese pensamiento, y cambiarlo.

Detener el pensamiento de "no quiero ir a clases, no tendré tiempo para nada" detenerlo, pararlo, no pensar en eso.
Y, ¿luego? luego hay que reemplazarlo por un pensamiento positivo, que vendría a ser "Quiero ir a clases, aprenderé más. Sí, estaré ocupada, tendré miles de cosas en la cabeza; pero la organización, me permitirá hacer todo lo que quiero, y aún así tener  tiempo para disfrutar las buenas cosas de la vida, como leer un buen libro, tomar una taza de café, salir con amigos; y sobretodo, tomarse un tiempo para sonreír y ser feliz."






sábado, 9 de marzo de 2013

Mi Vocación

Desde niña, no recuerdo desde cuándo; pero, desde que tengo uso de razón, cuando alguien me preguntaba que quería ser en la vida siempre decía: "Yo quiero ser doctora". Y durante todos mis años de colegio, cuando me preguntaban que iba a ser de grande, mi respuesta era: "Voy a estudiar medicina."

A los 13 años me metí a un curso de pintura, no necesariamente porque yo quisiera. Siempre pensé que era completamente inútil para dibujar; sin embargo, tuve que entrar a dicho taller, porque los demás talleres estaban llenos y, algo tenía que hacer para que mis vacaciones sean "vacaciones útiles".
En ese taller descubrí que no sólo era buena para pintar; sino que lo disfrutaba, lo disfrutaba mucho.
Empecé a pasar noches enteras pintando, dibujando, investigando sobre nuevas pinturas, y técnicas. Debo decir que no era la mejor, ni la más profesional; pero si era algo que me encantaba hacer.

Cuando estuve en mi último año de colegio, a los 16 años, la cosa se puso más complicada. Yo sabía que me gustaría estudiar medicina, era mi sueño; pero, sabía que era algo difícil y que me iba a costar mucho.
Además,  también me gustaba el arte, la pintura, el dibujo. Era algo que disfrutaba tanto haciendo, que me encantaría ganarme la vida de esa forma. Pensé que podría ser buena arquitecta, o quizás, diseñadora o algo que incluyera pintar. Sin embargo, mi sueño de estudiar medicina también estaba ahí, latente, esperando.

Se puso aún peor cuando en el colegio empezaron con los "test vocacionales." Yo quería estudiar medicina, me gusta ayudar a las personas. También quería arquitectura, o diseño.
 ¿Qué me salía en los test? Derecho, literatura, asistencia social. ¿De verdad creen que esos test ayudan a esclarecer el destino de nuestras jóvenes mentes? ¡NO, sólo ayudan a confundirnos cada vez más!

Después de haberme hecho todos los test posibles, y haberme convertido en la mejor amiga de la psicóloga del colegio, sólo para que me ayudara a decidir; llegó el día que debía presentarme al examen de admisión.

No diré que había estudiado mucho; acababa de salir del colegio y no sabía cómo realmente era el examen; vamos, ni siquiera sabía a qué iba a postular.
Completé el formulario: Nombre, edad, colegio, etc., etc. Cuando vi el casillero que decía "carrera profesional" dije: "¡oh diablos! ¿Qué pongo, qué pongo? Y ahí, en ese momento puse, despacito: medicina humana.

Y cómo era de esperarse, con lo poco que había estudiado, y con lo difícil de la carrera; no ingresé. Sin embargo, mi puntaje era bueno, y la universidad dio la opción de escoger diferentes vacantes para otras carreras a los primeros puestos. Yo, al ver mi fracaso estaba llorando, y como por algo del destino, llovía demasiado. Por tanta lluvia, no podía llegar, y cuando me llamaron para que escogiera una vacante en la carrera que yo quisiera, no llegué. Llegué al lugar 5 minutos después, cuando la vacante para arquitectura ya la habían tomado.

Bien, así me quedé, con un año perdido y con la idea de estudiar medicina, siendo sólo eso, una idea. Llegó el momento de seguir intentando; seguí postulando a medicina; aunque ante el fracaso, la duda me acechaba.

Me di cuenta que me gustaba el dibujo; pero, que no era cómo para estudiar arquitectura, o diseño. Me hubiera gustado estudiar arte, sin embargo, no era lo suficientemente valiente cómo para hacerlo, ni me veía capaz de ser exitosa en esa carrera. Encima de todo, la medicina siempre fue mi primera opción, lo que me gustaba, mi deseo.

Tuve dudas, incluso durante el primer semestre estudiando; hasta que a mis manos llegó la biografía del Dr. Netter.
Resulta que este doctor había seguido la carrera de arte, y posterior a esta, la carrera de medicina. Después de mucho tiempo de desempeñarse como médico, decidió usar sus habilidades para el dibujo y fue así como diseñó el mejor y más usado atlas de anatomía. 

Cuando leí eso, me di cuenta que podía combinar mi amor por la carrera que siempre había soñado, medicina; con mi gusto por el dibujo, y el arte. Fue así que, hasta hoy; disfruto cada uno de los cursos que he llevado y llevo, incluyendo en ellos un poco de mi magia para dibujar y pintar.


sábado, 2 de marzo de 2013

Ángel de mi Guarda.

 
Nos conocimos desde niños, no sé exactamente cuando, en serio que está todo muy borroso para mí. Sólo recuerdo que de niños solíamos jugar en las fiestas. Yo siempre era muy calladita; así que tú solías estar jugando con "los primos", mientras yo estaba sentada, solita, hablando sólo con mi mamá, o haciendo alguna otra cosa.
Pero cuando se hacía más tarde, las cosas cambiaban. Todos los niños de nuestra edad se dormían, sólo quedábamos los dos. Ahí era nuestro momento, hablábamos muchísimo. Recuerdo claramente que te enseñé a hacer "gusanitos de papel", además me contabas de tus amigos, nos reíamos de las cosas que solía decir mi hermano, y nos pasábamos horas sonriendo y divirtiéndonos.

Luego, durante todo el tiempo que yo estuve viviendo lejos, nos vimos muy poco, con la excepción de esa vez que fuiste a visitar a mi familia con tu mamá. Recuerdo cuando fuimos al club, y jugamos taco. Te reíste de mí porque yo era una experta, y tú no, aunque yo era chica. ¿Cuántos años teníamos? ¿10? Aún no sabíamos mucho de la vida.

Después, a los 12 años fuimos a la capital, con nuestras mamás. Recuerdo que visitamos un museo con muchos muñequitos de Star Wars. Además, en ese viaje, tú que amabas leer, me enseñaste los famosos libros de Harry Potter, en la época que aún nadie pensaba que harían una película de ellos. 
Nunca olvido que en ese viaje, acompañados de tu walkman rojo, descubrimos que te encantaban los prisioneros, y esa canción pegadiza, que no recuerdo cómo se llama. 

Recuerdo también cuando fuimos a la playa. Eso es lo que más recuerdo, porqué todas las noches nos pasamos conversando, al regresar a la casa. Lo chistoso era que durante el día, te ibas con mi hermano, a "pescar" chicas, y decías que sí te veían conmigo, te las iba a espantar. Pero apenas llegábamos a la casa, nos quedábamos conversando hasta tarde, poníamos música y nos reíamos de las cosas que decíamos.
Ahí fue cuando me dijiste, que no entendías porqué en el colegio había necesidad de pelear, me dijiste que sí tu tuvieras que pelear con alguien en el colegio, escogerías al más flaquito, para ganarle rápido y que termine la pelea.

Pasaron años, y seguíamos saliendo juntos, íbamos a fiestas, con mi hermano, y con los otros primos. Mis amigas se volvieron insoportables en el colegio, todo el tiempo pidiéndome que te las presente, y molestándome por que eras muy guapo. 
Las cosas se pusieron peores cuando fuiste mi "paje" en mis quince años, pues mis amigas no podían más, apenas te vieron, comenzaron a preguntarme por ti. Y  tú no te quedabas atrás y les hablabas a todas. Cómo te gustaban las chicas, eras un coqueto.

Siempre pude hablar contigo, de todo. Fuiste siempre muy inteligente, solíamos hablar de libros; ya que a ti, te encantaba leer lo que sea que llegara a tus manos. En matemáticas, también eras excelente. Un día me pediste que te ayudara en tu tarea; pero, ni siquiera fue necesario, sabías y entendías todo. No sólo eras guapo, sino inteligente, gracioso, todo. Hasta hoy, en las reuniones familiares, nos reímos con tus chistes, y como los contabas, era muy divertido. Eras muy divertido.

Hoy, 2 de marzo, se cumplen 2 años ya, desde que te fuiste, y te convertiste en mi ángel de la guarda personal, y no hay día que no me acuerde  de ti. No hay momento que no te extrañe. Cuando fui a la playa este año, sólo me la pasé recordándote.
Sé que me das tu "ayudita" cuando las cosas se complican, créeme que lo sé, y siempre te lo agradezco, y te dejo alguno que otro mensaje en facebook, nunca te olvido.

Te quiero, te amo, te extraño.