Mi mamá siempre me ha dicho: "hijita, siempre quieres ser la
defensora del indefenso", y bien; creo que tiene algo de razón, es algo
que nace en mí, no sé por qué, pero por alguna extraña razón siempre quiero
ayudar a los demás, aunque sea con algo pequeñito.
No tengo muy buena memoria que digamos para
cosas del pasado, pero esto si lo recuerdo con muchísima claridad. Tenía 4
años, y estaba en el Kindergarden, o jardín de niños, o cómo sea que lo llamen
ahora; y allí tenía muchos amiguitos, como cualquiera, y era una niña feliz.
Mi mamá se preocupaba mucho por mí; bueno,
eso no es raro porque ya han pasado muchísimos años de eso, y se sigue preocupando
igual; pero ese no es el punto. El punto es que mi mamá se preocupaba mucho por
mi alimentación y me daba un buen desayuno. Me preparaba mi leche, con
chocolate y me ponía un pan con mantequilla en la mesa; a mis pequeños 4 años,
eso me llenaba, y era suficiente.
Pero, como cualquier mamá preocupada (y
más aún recordando que mi mamá es extra-preocupada), ella se encargaba de
prepararme la lonchera más cargada de todo el país. Ok, exagero; pero si, se
encargaba de llenar mi lonchera con una manzana o un plátano, una cajita de
leche chocolatada y un pan con mermelada o mantequilla.
En el jardín de niños debo haber tenido
muchos amiguitos, no lo sé, en serio que esa parte está muy borrosa para mí;
pero sí recuerdo que tenía un amiguito en especial; y juro que desearía saber
su nombre verdadero, pero no lo recuerdo. Sólo recuerdo que yo le decía
"Pepito", y recuerdo que la profesora también le decía pepito, y
todos le decían pepito. Hoy me pregunto, ¿Su nombre sería realmente ese? ¿Se
llamaría José? ¿Por qué una profesora de jardín llamaría por su apodo, a un
niño? En fin, las preguntas son irrelevantes; para mí, mi mejor amigo era Pepito.
Recuerdo claramente a Pepito; Pepito era
un niño flaquito, flaquito, morenito y con el pelo muy cortito, ojos grandotes
y oscuros y una sonrisa feliz; siempre llevaba su lonchera amarilla de los “Power
Rangers” y andaba con las manos en los bolsillos. Tengo esa imagen en mi mente,
el niño flaquito con las manos en los bolsillos intentando jugar fútbol. Digo
intentando, porque era tan flaquito que parecía que sus piernecitas se iban a
romper en el intento; pobre Pepito.
Pepito y yo solíamos sentarnos y hablar
mucho, quién sabe de qué. Yo sólo sé que yo de niña era muy, muy habladora; y
seguramente yo hablaba y pepito me escuchaba. No importa, sólo recuerdo que solíamos
sentarnos en una batiente en el suelo; y yo hablaba y hablaba. De pronto, Pepito
me decía "¿trajiste lonchera?" Yo abría mi lonchera y estaba llena de
las cosas ricas que me mandaba mi mamá, y luego la imagen se torna borrosa.
No sé qué diablos llevaría Pepito en su lonchera, pero comida no era, porque
recuerdo que me decía "tengo hambre, mi lonchera está vacía"
Pobre Pepito, yo miraba sus ojitos abrirse
como platos, y decirme que tenía hambre; maldición, no podía resistirme.
Siempre terminaba invitándole mi leche chocolatada, y mi pan; si, la mayor
parte de mi lonchera se la comía pepito; y no me importaba, yo quería que
pepito comiera. Yo me sentía llena y prefería que el coma y yo no comer nada.
Mi mamá veía que mi lonchera llegaba vacía
y se ponía tan feliz que siempre se encargaba de llenarla con la leche chocolatada
que “tanto me gustaba"; y,
obviamente Pepito también lo disfrutaba, yo era la única que terminaba sin
comer.
Un día mi mamá fue al colegio, y la
profesora le dijo: "señora, su niña es muy buena, siempre le invita a Pepito
leche chocolatada con pan; y que buena es usted también, por mandar refrigerio
para su niña y además para su amiguito"
A mí mamá la vi roja, verde y azul al
enterarse que yo no comía nada; pero al darse cuenta de que yo no iba a
desistir en invitarle mi lonchera a Pepito, decidió mandarme doble leche
chocolatada, y doble pan.
¿Saben que sucedió? Pepito terminó comiendo
doble leche chocolatada y doble pan cada día; y yo, como siempre, termine
siendo la "niña, defensora del indefenso”.
Me acuerdo de cuando estaba en la escuela, una de monjas, y mi profesora solia hacer mofa de las ninias con bajas calificaciones o no pagaban la pension. Habia una ninia, que siempre sacaba bajas notas, y sus padres se retrasaban en los pagos, ella siempre estaba en el grupo de las vagas. Un dia en vacaciones, salimos al centro de compras, y la vi sentada en una vereda, vendiendo monios para el cabello y otras cositas. La salude con carinio.... No recuerdo lo mi maestra me ensenio, recuerdo lo que aprendi esa tarde, al entender con dolor un poco de la vida de esa pequenia ninia.... es duro de explicar, pero que Dios la bendiga, ella por ser ejemplo para mi y para la maestra.
ResponderEliminarQué linda historia. Es cierto, esa niña era realmente un ejemplo, pues a pesar de sus limitaciones, por lo menos hacía el esfuerzo
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