jueves, 14 de febrero de 2013

Mi Amigo Corazón



Cuando lo conocí, un día de marzo, apenas vi su sonrisa, algo en mí, se estremeció. Ese pequeño órgano que habita mi pecho, tomó vida propia, lo juro. No es necesariamente que yo crea en el "amor a primera vista”, ni siquiera sé si creo en lo que la televisión llama "amor" (excepto en el amor de mis padres, hermanos, amigos y perritas; del cual estoy completamente segura).

En fin, el punto, es que, en serio, ese órgano, que dibujan anatómicamente mal, tomó vida propia. Saltó por todas partes y dio saltos contra mi pecho, y se me atragantó. No me dejó hablar, no me dejó respirar, no me dejó pensar.

La primera vez que hablé con él, mi corazón, un órgano que había adquirido vida propia desde que lo conocí; ahora no sólo se conformó con no dejarme respirar, se fue corriendo al cráneo, y no dejó que mi cerebro pensará con normalidad, haciéndome decir lo primero que se me venía a la cabeza, sin sentido. Además de eso, siguió dando vueltas por todas partes; lo sé porque lo sentí en el estómago. Quizás algunas personas lo llaman "mariposas", pero no, yo sé que era el corazón (ahora con vida propia) que se había mudado ahí para saltar de la emoción.

Bien, ¿la primera vez que salimos? la primera vez que salimos fue peor. Mi corazón se embriagó, se embriagó por completo. Y sé que estaba completamente ebrio, porque sentí como daba vueltas por todo mi pecho, pero ya no tan emotivo como la primera vez, que parecía que se había tomado un Red bull, no. Estaba todo mareado y se movía por todas partes, parecía que quería flotar, o volar.

Y, ¿Quieren saber, que hizo mi corazón cuando tuvimos nuestro primer beso? Bueno, ahí sí que se volvió completamente loco, si loco. Loco como esos loquitos de la calle que gritan cosas raras, y se golpean y saltan y no pueden parar. Si, así de loco. Yo no podía controlarlo. A penas sintió que aquello con lo que tanto había soñado, se hizo realidad; ahí fue cuando se volvió completamente loco. Pobrecito, nunca lo vi tan emocionado en su poco tiempo de "vida propia."

Sin embargo, yo sabía que él no podría resistir tanta emoción. Llego el día, en que, esa relación, terminó. Ese fue un duro golpe para mi pobre corazón. Ese día se sintió tan deprimido que se negaba a latir, latía lento, lento, muy lento. Sentí que en el momento en que él me dijo para terminar, mi pobre corazón intentó “romperse”, dio muchas vueltas en círculos, tuvo miedo, quería hacer algo, terminar con el sufrimiento.
Luego, la tristeza pasó, pero el pobre se negó a emocionarse por alguna cosa de nuevo.

Sentí que ya no tenía vida, parecía inerte, se volvió un órgano del cuerpo, común y corriente, como los demás. Ya no se emocionaba, ya no se golpeaba contras las paredes de mi pecho, ya no saltaba (movía los bracitos a veces, cuando yo comía helado, nada más) y sólo quería tranquilidad, y bueno; probablemente vacaciones.

Pero, esta no es una historia triste, no, no lo es. Un día vimos pasar a aquel que le había dado vida propia a mi dormido corazón. Adivinen que: Ya no le causó ni un sólo movimiento involuntario. No le causó nada, pues ahora, mi corazón camina tranquilamente al lado de otro corazón que estuvo roto, sufrió, y juntos lograron curarse.



No hay comentarios:

Publicar un comentario