lunes, 11 de febrero de 2013

Mi mejor amiga


 En días como hoy, lluviosos, tristes y solitarios; es cuando me doy cuenta que ella es mi única y mejor amiga. La única capaz de sentarse a mi lado, y ver películas conmigo, cuando hace frío; hasta quedarnos dormidas, y sólo despertar para que cada una se vaya a dormir. Ella, mi mejor amiga, y compañera.

Recuerdo el día que la conocí: un 20 de diciembre. Recuerdo bien ese día, porque yo estaba contando los días para que sea navidad, y de pronto, ahí estaba, en mi jardín. No sé como vino, no recuerdo quién la trajo; pero estuvo ahí. Lo recuerdo muy, muy bien; porque, inmediatamente comenzamos a jugar. Éramos muy niñas. Esa noche, corrí a mi habitación y anoté en mi diario. "Hoy, 20 de diciembre, en mi jardín encontré a..."

Fuimos creciendo juntas; a los meses de conocerla, mi familia decidió llevarla con nosotros a la playa; gran felicidad para mí. Con ella fue que aprendí a bañarme en el mar, a tomar los aún más deliciosos baños de sol. Después de eso, solíamos tener largas caminatas por la orilla cuando ya estaba cayendo la tarde. Pasamos increíbles momentos aquel verano.

Lo que más me gusta de ella, es que me escucha. Es la mejor escuchando, en serio. Le he contado todos mis sueños, pesadillas, miedos, todo. Me mira con unos ojitos brillantes, y no dice nada, solo me observa y escucha. 
La primera vez que lloré con ella, vi que se asustó; pero, apenas notó que lloraba por tristeza, lo único que hizo fue apoyar su cabecita en mi hombro. Ese gesto, sólo ese pequeño gesto me hizo sentir mucho mejor, y calmó mi pena.

Cuando éramos niñas, solíamos correr por mi jardín. Jugábamos futbol, o a los investigadores o buscábamos insectos; siempre felices. Ahora que ya han transcurrido los años, todo es más calmado; solemos sentarnos bajo el sol, o en el balcón de mi casa. Vemos películas juntas y salimos a caminar al parque; largas caminatas que terminan cuando cae la noche.

Un día, me enteré que estaba muy enferma. Podía morir. Esos fueron los momentos más trágicos para ella, y  claro, para mí también. La llevé al doctor, y recuerdo que cuando la vi a los ojos, una lagrimita se le salió por sus ojitos marrones, inmediatamente, una lágrima también cayó por mi mejilla.
La operaron, de urgencia, y luego de la cirugía se sentía fatal. Todos los días yo la estuve cuidando, la abrigaba, le cantaba canciones, le leía mis libros favoritos, o algún periódico. Incluso la primera noche luego de la operación me pasé horas despierta, sólo para hacerle compañía.

Hace poco, adoptó una hija; ya que, lamentablemente, a causa de su operación, no puede ser madre. El hecho de tener una niña como compañera, le devolvió la vida. Se le ve radiante de felicidad. Se la pasa tan ocupada con ella, jugando y enseñándole todo.
Aún así, ella sigue y seguirá siendo mi mejor  amiga, mi hermana, mi compañera y mi consuelo en todo lo que resta de sus días, o los míos, nunca se sabe. Mi perrita, mi amiga, mi Bambina.


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